Ante todo agradecer a Dios
Todopoderoso por darle el don de escritor al estimable Antonio Gargallo Gil,
quien me ha abierto los ojos al mundo con sus extraordinarios libros como son El
psicólogo de Nazaret y La psicóloga de Medjugorje, donde plasma unas
historias reales que ayudan a mirar y entender el mundo desde otra perspectiva
y así lograr un cambio a mejor calidad de vida, dejando a un lado toda clase de
violencia, rabia o algún otro acto delictivo. Solo poniendo en evidencia el
poder divino de nuestro salvador de vida: Jesús de Nazaret y de su madre y
siempre Virgen María, quienes dieron hasta sus últimos suspiros de vida por
tratar de ayudar y cambiar las vidas perdidas en el mundo con su cariño y amor
al ser humano —la mayor creación de Dios—.
Muchas
veces vivimos bajo frustraciones e infelicidad en la poca estancia que tenemos
al pasar por este mundo tan duro y cruel. Solo sobreviven los que en verdad
aprenden a amar a Jesús de corazón y sin pensar en lo que recibirán a cambio
por hacer una buena obra caritativa.
En
mi caso, confieso que he sido una persona violenta y con mucho impulso a querer
hacer daño a los demás, incluyendo al amor de mi vida, a una extraordinaria
mujer y madre de mis dos hermosas hijas. A esa gran mujer a quien le debo una
gran disculpa y, además, mucho respeto por ser tan compasiva y muy generosa en
el hogar, así como con todas sus amistades y conocidos. A esa María A., con el
mismo nombre de nuestra amada y conciliadora Virgen María, quien tiene el poder
de expulsar de todo hogar a todo demonio.
Al
leer los libros antes mencionados he empezado a ver cambios en mi vida, gracias
a esas extraordinarias historias relatadas. Me han despertado el ánimo de buscar
y usar las herramientas que ahí nos describen, como hacer ayunos, ir a la
eucaristía, rezar el rosario, leer la Biblia, confesarnos, y así dejar atrás
toda carga y estar protegidos.
Yo
estoy dentro de los muros de soledad que matan el alma de los hombres por haber
perdido el conocimiento, luego de emborracharme con mi amada mujer —a
quien he perdido luego de esa agresiva noche de tragos— en una noche de
fiesta donde, sin explicación alguna, me puse violento y agresivo con los que
se encontraban en la casa donde fuimos luego del cierre del pub. Y sin mucho
que decir porque no me acuerdo de nada de lo que sucedió. Solo recuerdo haber
despertado en el hospital atado a una camilla y custodiado por médicos,
enfermeros y los policías que me tenían esposado. Estaban a la espera de mi
recuperación para notificarme que me detenían por el delito de agresión a mi
pareja —a la persona que tanto amo—, y de atentado a la autoridad por haber
resistido al arresto cuando los uniformados se presentaron en el domicilio.
¡No me lo podía creer! Era incapaz
de recordar nada, aunque tenía la sensación de culpa de que algo malo había
pasado. En mi subconsciente me imaginaba una posible tragedia si me hubiesen
dicho que en vez de agredirla la hubiese matado. ¡Se me venía el mundo encima
solo de pensarlo!
Al llegar a la comisaría de policía
y verla ahí acompañada de la persona con quien ella había intentado darse una
oportunidad para olvidarme, ya que antes nos separamos y me decidí ir con otra
chica. Un romance que duró muy poco porque me di cuenta de que a quien en
verdad amaba era a María A., mi gran amor. Desde ese día sentí cómo mi vida se
me acababa al verla con esa compañía tan desagradable para mí. Me llené de
tanta ira que solo quería que me llevaran a prisión lo antes posible para así
lograr tener a alguien con quien desahogarme ese dolor tan grande que sentía. Y
la mejor manera para hacerlo era encontrar a algún valiente y así empezar una
pelea para calmar esa ira que me envolvía.
Al llegar a la prisión me pusieron
en cuarentena por diez días, lo cual me frustró aun más, ya que no podía sacar
esa rabia que tenía.
Cuando llegó el momento de bajar al
patio con los demás internos, me encuentro con un viejo conocido que en otra
ocasión me había quedado debiendo dinero. Sin más aproveché ese motivo para
lograr mi cometido de pegarle a alguien y así descargar toda la ira que tenía
acumulada, pero no fue capaz de resistir más de dos minutos.
Tras el altercado me llevaron a
aislamiento, donde aún alimentaba más mi odio. Al salir iba una y otra vez
buscando con quien pegarme por cualquier mínimo motivo. Luego de un fin de
semana bastante agitado y divertido de peleas en el módulo 1 —el más
conflictivo del Centro Penitenciario de Castellón—, me encontré el lunes con el
gran profesor de inglés Antonio Gargallo Gil, con quien he tenido amigables
conversaciones y en una de ellas me recomendó un libro para leer con un gran
mensaje para mí: El psicólogo de Nazaret. Con toda su humildad nunca me
comentó que él era el autor, una gran sorpresa para mí, lo cual me dieron más
ganas de leerlo y lo hice con mucha ilusión. Al poco rato de empezar tenía la
sensación de querer llegar al final de dicha escritura, tan buena y llena de
tanta energía positiva. Como dirían los yonquis: «Un buen chute de esa
positividad y paz que necesitaba».
A través de la lectura y al ir
avanzando, sentía más ganas de conocer a ese Cristo a quien desde muy chico me
dieron información de él como un revolucionario del mundo, quien dio su vida
para perdonar los pecados de toda la humanidad. Pero en este texto me di cuenta
de que esas enseñanzas eran erróneas, ya que Jesús fue mucho más que una simple
crucifixión para perdonar los pecados.
Al empezar a ver las cosas desde
otro punto de vista, me di cuenta de que vale más un abrazo y una sonrisa que
una agresión.
Al terminar el primer libro de la
serie El psicólogo de Nazaret nació en mí unas infinitas ganas de
empezar el segundo libro llamado La psicóloga de Medjugorje. Al leerlo
me encontré con mi propio yo, quien se había perdido por el mundo tras los
vicios que dejaban tantos días de fiesta, como son las drogas, alcoholismo y el
sexo. Descuidando el amor incondicional que me ofrecía mi amada y adorada mujer
y futura madre de mis dos hermosos retoños. María A. ha vivido en un mundo de
infelicidad absoluta y al verse al lado de un hombre infiel, maltratador y muy
lleno de ira y amargura se dio la oportunidad de conocer a alguien más para
tratar de apagar el amor que sentía hacia mí, pero sin darse cuenta de lo que le
traería consigo dicha decisión al poco tiempo de empezar su nuevo romance. Se
dio cuenta de que lo que sentía por mí era mucho más fuerte que lo que ella
misma pensaba y esos sentimientos los notó su nueva pareja, quien no se resignó
a perder a una mujer tan hermosa y alegre como lo es ella. Sin pensarlo, el
amante dolido empezó un amarramiento de amor a través de la magia oscura con
brujos que se encuentran en su tierra natal, allá en Sudamérica… Fui presa
fácil del mismo Belcebú al encontrarme borracho y débil para aprovechar y
apoderarse de mi ser y así lograr dicho propósito de descontrolarme y hacer
daño a la mujer que tanto amo. Ocasión que aprovechó ese hombre tan malo para
consolar a mi amada en ese momento tan difícil para ella, ya que su plan iba viendo
en popa, pero sin contar que yo iba a encontrar ayuda y protección espiritual
que me han proporcionado las lecturas de los libros antes mencionados, con los
cuales supe la fuerza que tenía el ayuno, la eucaristía, el santo Rosario y
sobre todo el poder que tiene nuestra siempre Madre y Virgen María. Con ellos
he logrado hacer que mi amada lograra escuchar de otras palabras lo que sucedía
para que nos separáramos porque yo era incapaz de hacerle daño a quien tanto
amo. Además estoy en plena transición de cambio, ya que van varias semanas que
ni peleo ni discuto con nadie de la prisión, más bien he sido mediador de
muchas peleas después de ser quien las provocaba a diario porque era lo que más
me gustaba. Y todo ello gracias al milagro que me han dado tras leer “El
psicólogo de Nazaret” y “La psicóloga de Medjugorje”.
Espero que mi experiencia sirva para
ayudar a transformar más vidas y sea un grano más de ayuda y colaboración al
todo magnífico Jesús de Nazaret. Amén.